
Políticas de inmigración en Estados Unidos

Nuevas perspectivas
El fiasco republicano en las últimas elecciones llamó a los políticos de ambos partidos a considerar de nuevo las leyes de inmigración estadounidenses. El voto hispano, que sorprendentemente no tuvo en cuenta la cifra astronómica, y sin precedentes, de deportaciones de la Administración de Obama y sí las declaraciones poco prudentes de Romney sobre la inmigración, asegurando que los inmigrantes deberían autodeportarse, favoreció enormemente al partido demócrata e hizo reflexionar a los republicanos sobre si deberían reconducir sus posiciones.
Por otro lado, es cierto que durante muchos años, y por las presiones de la Iglesia, y grupos activistas que claman por una Reforma Integral de Immigración, ambos partidos (encabezados por el demócrata Kennedy y el republicano McCain) ya habían trabajado mucho para lograr tales reformas. Pero, al no pasar algunas de las propuestas en el Senado y al detenerse el Acta de Dream (Sueño), que permitiría a los jóvenes indocumentados que llegaron a Estados Unidos muy pequeños, acceder a la universidad y abrirse un camino hacia la ciudadanía, se tomaron otros pequeños pasos, como el de la acción diferida que, por tres años, permite a estos jóvenes acceder a estudios universitarios y trabajar.
El Dream Act, sin embargo, no sería una medida provisional, sino un paso hacia la ciudadanía que, según diversos estudios, no sólo favorecería a los jóvenes y las familias, sino a toda la nación, aumentando las posibilidades de recaudación de impuestos futuros (cuando todos esos jóvenes pudieran acceder legalmente a la fuerza laboral) en trillones de dólares. Por otro lado, en algunos estados, se están concediendo carnets de conducir a personas indocumentadas, lo cual les permite conseguir seguros para los coches, lo cual aumenta la seguridad en tráfico y les reduce a ellos el temor de ser detenidos... sin papeles, sin licencia, y sin seguros.
Pero, lógicamente, todo esto no es suficiente para los 11 millones de personas que se calcula están indocumentados en el país, pero trabajando, pagando impuestos, creando familias en las que hay hijos ciudadanos, y participando en la vida de la nación. El senador McCain ha vuelto a insistir en la necesidad de encontrar un paquete de reformas a la ley que regularice las situaciones que, a la larga, son perjudiciales también para el país. La Iglesia católica, junto con otras denominaciones apoya tales movimientos. Quizá sorprendentemente para algunos, las iglesias evangélicas también defienden estas reformas, dado que muchos de sus miembros son ahora hispanos inmigrantes.
Lógicamente, tales reformas traerían –aparte de la oposición de ciertos sectores– grandes preguntas sobre a qué grupos afectaría o beneficiaría la reforma y cómo quedarían algunas provisiones de la ley para ciertos grupos, como los refugiados centroamericanos, o los cubanos, que se habían acogido históricamente a las leyes de protección temporal o al Acta de Ajuste Cubano. En el caso de los cubanos, la situación se complica un tanto por la reciente relajación de las políticas de salida de la isla, que anulan algunas de las condiciones de la ley de Estados Unidos.
El exilio cubano: mitos, verdades y momento presente
Una de las concepciones más frecuentes sobre los exiliados en Miami es que eran en su mayoría gente rica que no quiso perder sus privilegios ante la revolución cubana. Lo cierto es que solamente un 35% corresponde a esa categoría, sin contar la segunda ola de inmigración de más de 125.000 personas que salió por el Puerto del Mariel en 1980, y los miles de balseros (en patera) que han ido llegando desde los años 90 hasta el presente.
Otro de los estereotipos más frecuentes sobre esta población, es que nunca han sufrido la discriminación que otros grupos de inmigrantes han tenido que padecer históricamente. Y es cierto que han tenido privilegios de inmigración quizá como los de ningún otro país, pero no es cierto que históricamente no hayan tenido que sufrir prejuicios, discriminación y racismo. Contrario a lo que se pudiera pensar, los cubanos no llegaron a Florida comenzando en 1959, con la Revolución cubana. La cercanía entre la costa de Florida y la de Cuba hicieron posible que las poblaciones de ambos lados hayan intercambiado durante siglos... comenzando con el siglo XVI y la colonización de San Agustín, llevada a cabo por españoles llegados de Cuba, y el primer enclave católico en lo que es hoy Estados Unidos. Por siglos, los cubanos frecuentemente se establecieron en la Florida, haciendo famosa la industria de tabaco de Tampa. En todos esos tiempos de Tampa, los cubanos tuvieron que sufrir racismo y discriminación muy al estilo de lo que sufrían los afroamericanos o los irlandeses, o los diversos grupos inmigrantes que históricamente han sido objeto de racismo, con los extremos de los carteles que decían: "no se admiten perros ni cubanos". Y en las dos últimas olas de exilio cubano, la población establecida vio una amenaza en la comunidad
cubana y en lo que se percibía como sus "privilegios"... Es cierto que esos privilegios, que incluían cuidados de salud, cheques suplementarios, comida, becas para estudiantes y ayuda para buscar empleo, ayudaron muchísimo a los cubanos a establecerse.
Pero en el campo económico también es cierto que los cubanos, ayudados por las provisiones de la ley estadounidense que los favorecía, y en gran medida por su propia iniciativa y espíritu de trabajo, han progresado enormemente y han contribuido en gran medida al progreso económico del país, así como a la vida política y cultural. Se podría decir, por tanto, que las medidas de ayuda especiales de Estados Unidos para el exilio cubano han sido una buena inversión.
El Acta de Ajuste Cubano y las políticas de "pie seco y pie mojado"
El Acta de Ajuste Cubano, aprobada en 1966, permite a los cubanos que hayan residido en Estados Unidos durante un año, adquirir la residencia legal permanente y ha capacitado a la mayoría de los cubanos a entrar en Estados Unidos con o sin documentos migratorios legales.
Las políticas de "pie seco" o "pie mojado" surgieron en los años 90 con la escalada alarmante de balseros que trataban de acceder a la Florida. Esencialmente, se trata de que quienes consiguen llegar a la costa, pueden permanecer, pero aquéllos a quienes intercepta la Guarda de Costas americana, son repatriados automáticamente. Por eso, muchos tratan de entrar por la costa de México y luego pasar por tierra a Estados Unidos, lo que da paso a la denominación "pie polvoriento". Las autoridades mexicanas han tratado de luchar contra esto, repatriando a cubanos sin documentación aprehendidos en suelo mexicano. El problema con la repatriación o deportación de cubanos ha sido que Cuba no reconoce a los "huidos" como ciudadanos cubanos y retira sus pasaportes y derechos legales. Pero, quienes consiguen llegar y se acogen a la política de "pie seco" pueden recibir el status de refugiados. El estatus de refugiado incluye las siguientes condiciones: haber sido prisionero político; o miembro de una minoría religiosa perseguida; activistas de derechos humanos; haber estado en campo de trabajo; haber sido privado de las credenciales profesionales a causa de creencias políticas o religiosas; o haber experimentado temor o daños a causa de una relación con alguna persona de las categorías precedentes.
Por otro lado, la inmigración de USA sigue permitiendo 20.000 visas legales por año a cubanos. Existe, además, una lotería (como es el caso para otros países) y para participar en la misma, sólo se pide que se pueda contestar “sí” a dos de las siguientes preguntas: ¿Has terminado la educación secundaria o algo de universidad? ¿Tienes al menos tres años de experiencia de trabajo? ¿Tienes familiares que residen legalmente en Estados Unidos?
El “cambio” de gobierno de Fidel a Raúl Castro en 2006, podría significar una coyuntura en que se hicieran revisiones a las políticas de Estados Unidos y quizá incluso a una reapertura de las conversaciones de inmigración, aunque el traspaso de poderes de Castro a Castro no sea tan prometedor de un cambio real.
Y ahora, ¿qué?
Para complicar las cosas algo más, recientemente el gobierno cubano anunció la suavización de las restricciones de viaje actuales, permitiendo más libremente las salidas del país. Logicamente, enseguida han comenzado las especulaciones, en los medios de comunicación (no se sabe aún si a nivel oficial) sobre lo que eso puede significar para la inmigración cubana a Estados Unidos. Una regulación de los viajes (que posiblemente sea una maniobra económica y política muy hábil por parte del gobierno cubano) podría dar pie a salidas sin retorno de muchos cubanos. Pero la nueva situación no encaja en las condiciones de la legislación vigente sobre el Ajuste o el status de refugiado… ¿qué podría ocurrir ahora con los recién llegados cubanos a Estados Unidos?
No se conocen aún los detalles de las propuestas de Reforma Migratoria y de cómo afectarían a los cubanos… ¿los igualarían con las demás poblaciones inmigrantes en las condiciones de legalización y residencia? En algunos medios de comunicación se ha afirmado que la esperanza es que la Reforma iguale a todos los que, estando ya en Estados Unidos sin documentos, puedan recibir las ayudas y privilegios que acompañaban al Acta de Ajuste Cubana, favoreciendo la casi automática autorización de inmigrantes que en este momento no tienen documentos, pero que han vivido y trabajado en Estados Unidos durante algún tiempo.
Seguramente eso no será lo más probable, pero será interesante ver qué provisiones incluye la Reforma (que en las peticiones de la Iglesia y los grupos activistas tiene un fuerte componente de reagrupación familiar) y cómo se aplican las nuevas políticas a los diversos grupos… y a los venideros. Porque, aunque en este momento la inmigración mexicana, por ejemplo, esté en crecimiento 0 (muchos han regresado a México ante la crisis económica de Estados Unidos y otros muchos inmigrantes potenciales han desistido), nada se opondría a que hubiera un resurgimiento de olas de inmigración. Y eso obligaría, una vez más, a revisar las políticas. Pero eso ha sido la dinámica histórica y constante de este país y no supone tan gran novedad, aunque el debate esté siempre lleno de pasión y de fuertes opiniones.
Lo cierto es que, políticamente, interesa en este momento un acuerdo de ambos partidos para responder a los desafíos –antiguos y nuevos– que se van planteando en las nuevas situaciones y que llaman a un equilibrio difícil y a una visión lúcida de futuro (aunque sea una mirada inspirada más por el interés político que por el deseo de respetar derechos humanos). Es un buen momento también para los grupos de activistas comunitarios y religiosos para aprovechar el ímpetu de las elecciones y seguir insistiendo en una agenda que sí está inspirada por la justicia y la humanidad.©
Carmen Fernández Aguinaco
Editora Bilingüe - Chicago -.

¿Hay alternativas a la crisis?
La compleja situación actual de crisis y las posibles alternativas para superarla ocupará el monográfico de nuestro número 983, en el que habrá importantes firmas que tratarán este tema desde distintas perspectivas. A parte de un análisis de la situación, se recoge una mirada hacia el futuro.
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