
Guantánamo de nunca acabar

Diez años después del traslado de los veinte primeros prisioneros a la bahía de Guantánamo, al sur de la isla de Cuba, este “centro de detención” no se cerró a pesar de las promesas del actual presidente estadounidense durante su campaña electoral. Barack Obama firmó el 22 de enero de 2009, un decreto que preveía el cierre de esta prisión en el plazo de un año.
Diez años después, el cierre no parece cercano: quedan allí todavía 171 prisioneros. Cerca de 600 de los 779 detenidos fueron liberados. Ocho presos murieron. Seis se habrían suicidado. Ante una serie de dificultades –políticas, de seguridad y legales--, Obama se ha revelado incapaz de crear el apoyo político para acabar con lo que el diario The New York Times llamó el “atolladero moral creado por su predecesor”.
Desde que prometió el cierre, Obama no ha dejado de dar marcha atrás, afirmando, en mayo de 2009, que algunos detenidos “no pueden ser acusados, por insuficiencia de pruebas, pero son un peligro claro para el pueblo estadounidense”. Y prometía trabajar con el Congreso para buscar un marco legal adecuado que solucionara el problema.
En 2009, el Congreso sin embargo ponía límites a la transferencia de detenidos de Guantánamo a Estados Unidos, incluso para ser juzgados en los tribunales civiles.
Total, que en 2011 el presidente Obama firmó un nuevo decreto autorizando la reanudación de los procesos en el mismo Guantánamo por tribunales militares, reconociendo implícitamente su fracaso y la prolongación de la negación del derecho a un juicio justo.©
Nieves San Martín
Colaboradora de la revista Crítica - Actualidad -.

Repaso a nuestros miedos
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