"El futuro que queremos", acuerdo final de Rio+20

El Futuro Que Queremos es el título del acuerdo final de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, Río+20. Un artículo de José Ignacio García SJ da una primeras impresiones.
No es un texto original, nada creativo, casi no hay ninguna idea novedosa salvo tal vez las de “economía verde” y “objetivos de desarrollo sostenible”.
Dice el acuerdo: “Reconocemos que muchas personas, especialmente los pobres, dependen directamente de los ecosistemas para su subsistencia (…). Por esa razón, es esencial generar empleos e ingresos decentes que reduzcan las disparidades entre los niveles de vida para atender mejor a las necesidades de la población y promover medios y prácticas de subsistencia sostenibles y el uso sostenible de los recursos naturales y los ecosistemas”. La solución que ofrece –empleos e ingresos– podría sugerir que se trata de una prioridad. Esto podría ser contradictorio, ya que se sabe que destruir, o no gestionar correctamente los ecosistemas es la primera fuente de pobreza por el colapso de los ingresos tradicionales.
Ban Ki-Moon:

"La cumbre de la tierra es demasiado importante para fracasar"
La cumbre sobre desarrollo sostenible que se celebró en Río de Janeiro en junio es “demasiado importante para fracasar” dijo Ban Ki- Moon.
En un llamamiento desesperado de último minuto, ante de la conferencia, Ban dijo que la comunidad internacional estaba en peligro de desaprovechar una oportunidad que sólo se da una vez en una generación con el fin de usar la reunión de Río+20 para crear un mapa que reoriente el desarrollo económico y social.“No debemos desaprovechar [la cumbre]. Tenemos que tener un buen resultado práctico”, dijo Ban. “Nadie espera que Río+20 dé todas las respuestas –dijo Ban– pero es crucial que los líderes al menos esten de acuerdo en el esqueleto de un plan.” “Si no emprendemos firmes acciones, estaremos encaminándonos hacia el final, el final de nuestro futuro”, advirtió.
Tiempos, cuidados y trabajos para un planeta en crisis

No queremos un plan B. Queremos un plan F, de Feminista1
Nadie pondría en duda que estamos en crisis, pero las maneras de nombrarla y afrontarla no pueden ser más diversas. Desde muchos feminismos y estudios de género, se ha pasado de cuestionar la desigualdad de poder entre mujeres y hombres a poner en evidencia un modelo no sólo de organización social sino de desarrollo. Y son numerosas las reflexiones y saberes generados al respecto. Hoy, somos muchas las personas y movimientos que queremos pintar de violeta (y de verde) las propuestas de alternativas al desarrollo. Por eso, y ante la que está cayendo, queremos un plan F.
Hace ya muchos años que las organizaciones de desarrollo empezamos a ver imprescindible analizar la situación y posición de mujeres y hombres en nuestros distintos contextos de acción para garantizar que el nuestro era, de verdad, un trabajo por la justicia. Comenzamos por reconocer la existencia de unas relaciones desiguales de poder entre los sexos y una vulneración de los derechos de las mujeres en todo el mundo, comprobando como el mundo educativo, entre otros, tampoco se libraba de ello.
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Se requiere una acción urgente para democratizar Internet

La Internet tiene hoy una gran fuerza, hasta el punto de reestructurar nuestro sistema económico, social, político y cultural. Mucha gente asume que esta es una fuerza básicamente benéfica. Esto pudo ser verdad al inicio de Internet. Lo que era una red pública de millones de espacios digitales, es ahora un conglomerado de unos pocos espacios con propietario. Unos pocos sitios web como Google, Facebook, Twitter y Amazon juntos están detrás de lo que la mayoría hoy considera Internet. Nos estamos moviendo desde un Internet “abierto” hacia unas aplicaciones para Internet en móviles, cerradas y dirigidas por propietarios como App Store y Android Market. En algunos planes de Internet para móviles vienen sólo algunos grandes sitios web y aplicaciones y no el completo Internet “público”.
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Dos presidentas africanas unen fuerzas en favor de las mujeres

Las dos únicas mujeres jefes de Estado en África, la presidenta de Liberia, Ellen Johnson Sirleaf y la presidenta de Malawi, Joyce Banda, se han comprometido a usar sus puestos para mejorar las vidas de las mujeres del continente.
Tanto Sirleaf como Wanda han liderado desde hace tiempo los derechos de las mujeres. El 29 de abril en Monrovia, a los dos años de que la Unión Africana declarara la “Década de las Mujeres”, acordaron trabajar juntas para acelerar estos esfuerzos.
“Hoy es un día en que las mujeres africanas deben alegrarse –dijo Banda con Sirleaf a su lado–. ¡Este es nuestro día. Y este es nuestro año. Y esta es nuestra década!”. Y Sirleaf le confirmó su compromiso y el de Liberia por el empoderamiento de las mujeres.
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