
Las nieves del Killimanjaro

El cine de alto voltaje social de los últimos años no se entendería sin el galo Robert Guédiguian, director comprometido con las aristas más incómodas de nuestro presente, con la gente anónima que hace ejercicios diarios de heroísmo por no perder la dignidad en el intento de sobrevivir a un entorno hostil, supervivientes de la emoción y el sentimiento en una sociedad deshumanizada, reivindicando la vida y la convivencia como valores máximos del ser humano. Y por fortuna en el fragor de la batalla Guédiguian no se deja engatusar por los subrayados innecesarios, ni necesita dar a sus espectadores lecciones de ética y ni política. Simplemente, que no es nada baladí, confía en su inteligencia sin moralejas adicionales que se quedan en un mero pie de página que no cala en el público. Estamos ante un cine militante sí, pero sobre todo ante un señor al que le gusta contar historias, sus historias, y compartirlas.
Desde esa sinceridad conmovedora, desde esa verdad innegociable y desarmante, estrena estos días la imprescindible “Las nieves del Kilimanjaro”, película que desgraciadamente no tiene la proyección que merece en las salas comerciales emparedada entre superproducciones prescindibles y títulos venidos de Hollywood por imperativo comercial. Guédiguian ya tiene cogida las medidas a sus personajes, que rebosan humanismo del bueno, honestidad de mente y acción, coherencia a pesar de sus contradicciones.
Los protagonistas de este título son un hombre en paro y su esposa. El desempleo ha logrado transformarle en una circunstancia que no mina su moral, ya que gozan de un buen colchón afectivo. Son una pareja concienciada y comprometida con su tiempo y su realidad. Sin embargo, un hecho provoca que aparezcan fisuras en su profundo grado de compromiso. Y es que por ventura los personajes de Guédiguian son terriblemente humanos, no son piezas de museo, por muy valiosas que sean, que se deja en una vitrina para que se admiren, son como la vida, como nosotros y en ocasiones involución, frágiles, que no débiles, que se desconciertan cuando les asolan las circunstancias, que se caen para levantarse y, sobre todo, un espejo donde mirarnos con honestidad y humildad, limpiamente.
Con una narración tan sencilla como precisa, Guédigian no se deja embaucar por ejercicios de estilo que en su cine serían estériles y accesorios, “Las nieves del Kilimanjaro” es una de las películas más estimulantes de la temporada. Pocas cintas logran esa relación de cercanía con el espectador, de que nada de lo que pasa en la pantalla nos es indiferente; al revés, es un más que loable ejercicio de complicidad. Este cineasta francés, película a película, se está convirtiendo en uno de los grandes notarios de nuestro tiempo por mucho que la mayoría de las veces nos cuente historias que no queremos ver, ensimismados y narcotizados por el pesimismo y el conformismo reinante.©
LAS NIEVES DEL KILIMANJARO
Director: Robert Guédiguian
Intérpretes: Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin
María García
Colaboradora de la revista Crítica - Cine -.

Ecología y consumo responsable
El consumo como cultura, el imperio total de la mercancía, movimientos ecologistas en Europa y en España, ¿Para qué sirven las cumbres del medio ambiente?, la deuda ecológica con el planeta, son algunos de los puntos tratados en el monográfico sobre ecología y consumo responsable.
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