
Si el teatro es juego,

Éste está muy bien jugado
Si el teatro es juego, éste está muy bien jugado. Esta frase podría ser el resumen de bastantes de los espectáculos disfrutados por ahora en esta temporada barcelonesa. Recuerdo especialmente los espectáculos a los que he dado en llamar de “dos ases”, como: EL crédito (El crédito) con Jordi Boixaderas y Jordi Bosch; Per un si per un no con Lluís Soler y Xavier Boada; El crítico con Juanjo Puigcorbé y Pere Ponce; El principito con José Luis Gómez e Inma Nieto… aunque los ha habido también de tres como L’encarregat (El encargado) con Carles Martínez, Albert Pérez y Marc Rodríguez.
Pero tengo que elegir. Mi elección es El principito. Por dos motivos que me parecen fundamentales. El primero la obra y su interpretación.
Tras un arranque que arrastraba tras si muchos interrogantes, la interpretación nos fue haciendo entrar en el juego. Un juego que nos remitía continuamente a la obra original; si bien desde otro comienzo, desde otro y definitivo umbral al viaje. En el trayecto un principito maduro que recuerda y renueva todos sus viajes, que juega a ser el autor y el destinatario de la obra, que juega a dar de nuevo el paso entre la vida y la muerte. Un príncipe de la escena: José Luis Gómez. Y una compañera–espejo que juega a ser todos los encuentros vividos hasta ese paso: una espléndida y vital Inma Nieto.
El segundo motivo es el coloquio que, tras la representación, se había programado para ése día. Una buena costumbre a la que nos tiene habituados el Teatre Lliure y que algunos tenemos muy en cuenta a la hora de elegir la entrada.
El coloquio moderado por Xavier Graset, nos puso, una vez más, al alcance a los intérpretes de la obra que respondían, dialogaban, explicaban sus propias sensaciones y experiencias ante la obra.
Y en ese largo rato José Luis Gómez, el gran actor, el maestro de actores, el académico, siguió ofreciendo la gran lección comenzada en la hora anterior. Contó su conocimiento de la obra de Roberto Ciulli a partir de la narración de Antoine de Saint-Exupery, sus diálogos con él, su deseo de interpretarla y de que el mismo Ciulli la dirigiera…
Pero sobre todo, y para mi deleite, volvió a declarar con gran fuerza lo que ya había dicho en su discurso de ingreso en La Academia: la importancia, la necesidad del público que debe ser no sólo el final de toda la trayectoria de una obra teatral, sino su fin. Y su fin activo, expectante.
Y nos exhortó y nos recordó ese papel activo que el espectador debe llevar consigo al teatro, esa actitud que ha de ser de silencio dialogante, de recepción abierta, de clima que se siente deseoso de ser captado, de ser seducido.
Porque entre todos hacemos el teatro.©
María Jesús Ramos
Colaboradora de la revista Crítica - Teatro -.

El tiempo, una cuestión siempre abierta
El monográfico de éste número trata de definir, medir y pesar aquello que se nos escapa entre los dedos como granos de arena: El tiempo. En toda su amplitud, desde la perspectiva metafísica hasta la social, cultural y humana. Encuentre una fotografía de cómo pasa el tiempo a través del ser humano.
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