Traición

El teatro, al igual que el cine, ha recibido este verano una nueva definición por parte de nuestros actuales dirigentes. Por lo visto, no es cultura, sino “producto de ocio y entretenimiento”. No es una categorización baladí, sino deliberada para justificar un desproporcionado e inexplicable aumento en los impuestos añadidos al precio de las entradas. En realidad, he luchado mucho por evitar incrustar incómodamente referencia política alguna en esta columna. Pero dado que se publica, al menos desde que yo la escribo hace ya casi cuatro años, en la sección de Cultura de esta amable revista, he creído indicado aclarar que, mientras no se cambie el nombre de la sección para distracción de ustedes, seguiré creyendo que aquí escribimos sobre Cultura, pese a las palabras del Ministro del ramo.
Por fin... LITUS

Ylanzo, más que digo, este "por fin", porque me ha costado cuatro intentos conseguir una entrada para disfrutar de la obra representada en la Sala Flyhard. La Sala Flyhard está en la calle Alpens, del distrito municipal Sants-Monjuic, detrás del Mercado de Hostafranc y rozando el antiguo camino a Gavà. Accesible y comunicado, aunque lejos de quien vive al otro extremo de la ciudad.
Pero lo más importante en que la Sala es la sede, desde hace más de un año, del grupo (o grupos) que lidera el autor y director Jordi Casanovas. Que en ella se han gestado obras que han buscado y conseguido un público joven y que han pasado desde las apenas cuarenta sillas mal contadas a salas más amplias. Y que en ella, con voluntad de continuidad, el autor y director de la joven y exitosa compañía Flyhard, ha dirigido en los últimos tiempos obras de otros autores.
Fringe Madrid

Llega el verano. Y como todos los años, llegan los festivales. Pero dada la situación económica, igual no podemos salir de Madrid. No importa, también hay festivales dentro de la ciudad.
LOS VERANOS DE LA VILLA ya se han convertido en un clásico oasis de paz, frescura y entretenimiento. Del 27 de junio al 2 de septiembre, se reúnen todos los años grandes artistas que hacen las delicias de los acalorados turistas y no turistas. A la ya habitual larguísima retahíla de conciertos programados entre los que podemos destacar artistas nacionales del flamenco como El Cigala, Miguel Poveda, Diana Navarro, o del pop folk como Russian Red o el rock de la Orquesta Mondragón, e internacionales como Charlotte Gainsbourg, se une también una larga oferta de teatro. Además, este año el Ayuntamiento de Madrid desde su Concejalía de Artes en el Departamento y con Natalio Grueso a la cabeza como nuevo responsable de la Gestión y Programación cultural del ayuntamiento, han decidido incorporar a la programación de este festival veraniego, el Festival Fringe Madrid.
El camino del asombro

Dicen los antiguos que el asombro es el inicio del camino hacia la sabiduría, o al conocimiento, o a la filosofía… Tal vez hacia ese fenómeno tan humano y tan fecundo que se llama curiosidad.
El primer paso de este camino se dio el 2 de junio. En la Sala Beckett una joven actriz, Aina Calpe, se enfrentaba a un juego de riesgo: un difícil monólogo de Albert Pijoan, un texto en el que gradualmente el espectador es llevado a través de la extrañeza, la ingenuidad el rechazo, la ternura… hacia un vigoroso impulso de vida.
Una joven, casi niña, diferente, especial y por eso rechazada, usada, abandonada… habla y habla sin pausa, desgranando el mundo que la rodea. Mundo que no entiende pero que explica (a su modo) con crudeza. Su mente simple, sin filtros, ve la realidad y la dice.
Nace el asombro ante un texto valiente y conmovedor. Y se incrementa este asombro ante esta actriz que nos lo hace creíble. Confiamos, esperamos verla con frecuencia en adelante.
Intercambio y la historia de España en 70 minutos

En este número, y por contradecir un poco la tendencia general de dar menos por lo mismo, he decidido presentar dos críticas al precio de una. Lejos de ser una decisión caprichosa, me gustaría en esta página rendir un homenaje al espacio CAFÉ TEATRO ARENAL, situado en la c/Mayor, 6. Durante los últimos años, en el ambigú del Teatro Arenal se está planteando un nuevo concepto comercial similar al de los multicines que empezaron a crearse a finales del los 80 y principios de los 90. La misma sala, dividida en dos espacios polivalentes, sirve para que a lo largo de la semana se programen hasta 13 espectáculos diferentes. Estos espectáculos se pueden dividir en dos grupos: comedias de entretenimiento, sencillas y sin ninguna aspiración más allá del noble entretenimiento y otro género de espectáculos vinculados a la copla y el cuplé, que, con un piano, una cantante y mucho talento, dan un repaso a estos géneros tan nuestros que pueden contarse y cantarse de tantas maneras. Pero lo que gobierna e ilumina este pequeño espacio es sin duda la comedia. Una comedia limpia, algo satírica en algunos momentos, pero en definitiva con el objetivo de conseguir devolver el precio de la entrada a base de risas, incluso alguna carcajada. Son pequeñas obras, de a penas tres o cuatro actores en su mayoría, sin grandes despliegues en la puesta en escena ya que el concepto de una o dos obras distintas cada noche no permite que en este pequeño escenario se cambien escenografías ni diseños de luces fácilmente. Por lo tanto la dirección del espacio ha apostado por montajes mínimos donde la mayor responsabilidad recae en los actores y el texto.