En tierras lejanas... y no tan lejanas

Más de veinte siglos después de Homero y los trágicos griegos, y unos cuantos siglos antes que Macbett, Hamlet, Ricardo III… y otros exterminadores teatrales de sagas familiares y usurpadores de poder; en tierras lejanas, el dramaturgo chino Ji Junxiang (siglo XIII) escribió L’orfe del clan dels Zhao (El huérfano del clan Zhao). Es una historia que se nutre de un relato situado en la memoria de casi veinte siglos antes y que ha devenido mito. Epica y tragedia.
En la corte de un emperador influenciable y supersticioso dos hombres se reparten el poder: el noble, sumamente bueno y justo, Zhao Dun y el ambicioso, totalmente malvado y perverso, Du’an Gu. Zhao Dun es cabeza de una extensa familia, trescientos “jóvenes y viejos, dignos e indignos”; Du’an Gu, como el mal, está solo. La envidia hacia su rival llevan a Du’an Gu a manipular al supersticioso emperador a fin de presentar a Zhao Du como traidor y llevar a cabo en un día el exterminio de todo el clan Zhao, según las leyes. Sólo sobrevive, breve tiempo, uno de sus miembros casado con la hija del emperador que antes de morir pide a su esposa que cuando el hijo de ambos nazca le ponga como nombre “el huérfano del clan Zhao” y le eduque para que sea el vengador de su estirpe.
Si el teatro es juego,

Éste está muy bien jugado
Si el teatro es juego, éste está muy bien jugado. Esta frase podría ser el resumen de bastantes de los espectáculos disfrutados por ahora en esta temporada barcelonesa. Recuerdo especialmente los espectáculos a los que he dado en llamar de “dos ases”, como: EL crédito (El crédito) con Jordi Boixaderas y Jordi Bosch; Per un si per un no con Lluís Soler y Xavier Boada; El crítico con Juanjo Puigcorbé y Pere Ponce; El principito con José Luis Gómez e Inma Nieto… aunque los ha habido también de tres como L’encarregat (El encargado) con Carles Martínez, Albert Pérez y Marc Rodríguez.
Pero tengo que elegir. Mi elección es El principito. Por dos motivos que me parecen fundamentales. El primero la obra y su interpretación.
Teatro Nacional estrena director

Tras los años, interesantes a mi juicio, de Sergi Belbel como director, el Teatre Nacional de Catalunya recibe a Xavier Albertí. Albertí, director, actor, gestor, compositor... hombre de teatro total en una palabra, es un nombre frecuente en los escenarios. Su presencia en la dirección, autoría, colaboración es garantía de sorpresa y hasta de incógnita: "¿por dónde saldrá esta vez?".
Toca todos los géneros: ha dirigido las tres últimas obras del veterano Josep María Benet i Jornet; nos ha asombrado con la creación y dirección de El dúo de la Africana (nada que ver con Fernández Caballero) y, junto con Lluïsa Cunillé, ha creado la divertida y disparatada Assajant Pitarra (Ensayando Pitarra); ha dirigido la ópera de Xavier Benguerel Jo, Dalí y ha homenajeado con su versión, dirección o participación a figuras del teatro tan varias como Passolini, Tennesse Williams, José María de Sagarra o Jacint Verdaguer.
Cenizas

Cada poco tiempo me permito el vicio de escribirles sobre danza. Además, también me animo a escribirles sobre espacios nuevos, distintos y peculiares. Hoy combino las dos cosas, les escribo sobre Cenizas de la compañía Losdedae en La Casa de la Portera.
La Casa de la Portera es lo que se llama un espacio no convencional, en el barrio de La Latina, que plantea una nueva relación entre el espectáculo y el espectador, 16 espectadores exactamente. Sus puestas en escena obligan a navegar entre la instalación, visiones transversales del arte, la intimidad y la globalidad. Un espacio que te obliga a sumergirte en el espectáculo, que condiciona tu visión y tu percepción. Un espacio que, de la mano de José Martret, actor y director, y Alberto Puraenvidia, director de arte y escenógrafo, cumple ya dos años de existencia y que se ha ampliado a la Pensión de la Pulgas, de la que ya hablaremos otro día.
Este espacio que les describo aquí, crece y se multiplica con el grandísimo, sensible, emocionante y delicado espectáculo CENIZAS o dame una razón para no desintegrarme del coreógrafo y bailarín Chevi Muraday. Cierto es que éste mismo espacio dificultaría enormemente la puesta es escena de un espectáculo de danza. Pero si Muraday ha demostrado algo a lo largo de su extensa carrera, es que no tiene límites, que le gustan las dificultades, que sus inquietudes, sus retos, su imaginación y su valentía le definen como creador.
¡Qué desastre de función!

Iniciamos la nueva temporada, tras el número especial aniversario, y lo hacemos con una de esas comedias familiares, aptas para todos los públicos y que tan famoso ha hecho al West End, barrio de teatros en Londres.
Una tarde de los años 70, el dramaturgo Michael Frayn, estaba en el hombro de un escenario viendo su obra The Two Of Us, se fijó en que era más divertido lo que ocurría detrás de la escena que lo que ocurría delante, así que pensó "Un día tengo que escribir tengo que escribir una comedía que ocurra detrás". Y así lo hizo; la llamó Noises Off..., -algo así como el aviso de "Silencio" que se da entre cajas antes de iniciar la función–, y se estrenó a lo grande en Londres en 1982. Permaneció 5 años consecutivos en cartel, y ha sido revisitada infinidad de veces tanto por teatros comerciales, como por el Nacional Theatre o el famoso Old Vic. Aquí se tradujo con el desafortunado título "¡Qué desastre de función! (por delante y por detrás)" y se estrenó en 1983. También ha sido revisitada múltiples veces, en teatros públicos como El Canal, y ahora en el 30 aniversario de su estreno, se programa en el Teatro Caser Calderón.