Virtudes frágiles

El pasado mes de agosto se estrenó en Telecinco "Frágiles", una nueva serie de médicos. En este caso el protagonista es un fisioterapeuta –creo que también psicólogo– que, en cada episodio, intenta solucionar los problemas físicos o morales de algún paciente casi tan peculiar como él mismo. Pablo, el fisio, es un compendio de virtudes: honradez, sinceridad, responsabilidad, comprensión, autodominio, compasión, entrega al servicio del prójimo... O sea, lo más aproximado a un perfecto cristiano o a lo que podría entenderse como el ideal moral de un cristiano. Claro que Pablo no es cristiano o, si lo es, nada lo trasluce. Según un crítico de "El País" la serie es optimista y esperanzada. A mí no me lo parece. Cierto es que los casos se resuelven bien, de un modo positivo y que los pacientes mejoran o se curan de sus dolencias, casi siempre un poco rarillas. Sin embargo –cosas de la sensibilidad de una– cuando termino de ver cada episodio (se emite los jueves a las 22.30 h.) me quedo como chafada, como que no me convence, como quien lee un majadero libro de autoayuda, pongamos por caso. Para más fastidio, se ha introducido eso, tan de moda en algunas series americanas –por ejemplo en "Mentes Criminales"– que consiste en una voz en off con las reflexiones más o menos profundas del protagonista. Digo para más fastidio porque esas "trascendentes" cogitaciones son bastante baratas, al estilo de esos power point empalagosos que a veces llegan a nuestro ordenador con hermosas postales y frases genuinamente idiotas, verdades de Perogrullo, tontadas acerca de la felicidad y vaguedades orientales.
Servicio público

Finalmente ha habido renovación en Televisión Española. Con los consabidos reproches de los unos hacia los otros, las acusaciones de sectarismo y el habitual “y tu más”. A la gente le da igual. Me refiero a la gente común, más o menos enganchada a “Amar en tiempos revueltos” y que sigue viendo el telediario de la 1, más por inercia que por otra cosa.
Las agencia Reuters sigue en su afición de difundir rumores –con base en Bruselas, preferentemente– que suban la prima de riesgo española. Y así las cosas, “que si se congelan las pensiones”, “que si se recorta el salario de los funcionarios”, “que si estamos al borde del colapso, de la quiebra, del abismo, etc.”, hay quien dice que lo mejor sería cerrar las televisiones públicas, venderlas o, ya en plena exaltación, prenderles fuego directamente. Claro que son pedacitos del chocolate del loro… O quizás no, o quizás es que hay demasiados loros en España. A ver, a parte de las televisiones autonómicas que en bastantes casos son más de dos por cada autonomía, la española, “la de todos”, tiene ocho canales: TV1, TV2, 24h, TDP, Clan, TV Internacional, TVE Catalunya y TVE Canarias, además de los centros territoriales de las diecisiete autonomías…
Tiempos pasados, Semana Santa, y "¡Convive!"

Hubo una época, aunque para los más jóvenes resulte inverosímil, en la que la Semana Santa no sólo estaba en las calles en “modo procesional”, ni en las iglesias (por cierto, ¿por qué los “pobres de pedir” siempre van a la puerta de las iglesias católicas y no se instalan en otras puertas de otras entidades?, y no quiero señalar…), porque la radio sólo emitía música religiosa o diversos formatos de sermón y la televisión prácticamente lo mismo, además de las películas de siempre, o sea Ben Hur, Quo Vadis, La túnica Sagrada y demás clásicos del género y en los cines se proyectaba el mismo tipo de film y no abrían las discotecas, ni las salas de fiesta ni otros lugares de diversión.
Eso ocurría a mediados del siglo pasado. En sus finales y en el comienzo del actual, ni en radios ni en televisión ocurre nada parecido. Es cierto que algunas emisoras (pocas) emiten una programación más en armonía con las festividades, pero la inmensa mayoría sigue con sus genialidades o engendros habituales, salvo la mención en los informativos a las procesiones que salen o no, según la lluvia, y las lágrimas de los cofrades, alguna otra a costumbres más o menos curiosas y siempre, siempre, un recorrido por establecimientos o cocinas para hablar de las torrijas, que es asunto de prioridad nacional como tal vez imaginaría un marciano que nos visitara…
Fórmulas verbales al uso y tristeza

Reconozco que no estoy muy dotada para el pensamiento abstracto en general ni para el conocimiento de las ciencias económicas en particular. No sé a ustedes, pero a mi me ocurre que con cada concepto asocio una imagen bien concreta y física. Así, sustancia se me representa como algo cremoso, tal vez una papilla de maicena. Y claro, se dispara la prima de riesgo es alguna de mis primas, disfrazada de hombre bala volando como un cohete hacia Marte. El conflicto está servido viene a ser una doncella con su cofia y su delantal –disculpen lo anacrónico– portando una bandeja en la que un perro y un gato o similares se atacan o se atemorizan. Llevar tranquilidad a los mercados, lo que ustedes prefieran, se desploma la bolsa es muy fácil de imaginar… Y así sucesivamente con cada una de las fórmulas verbales a las que acuden los periodistas y aprendices de tales, que repiten estas locuciones cuando se ponen de moda, una, cien, cuatro mil veces por cada intervención ya sea en noticiarios o en tertulias.
Comprendo a quien se refugia en “Sálvame” o cualquiera de las estupideces con las que tratamos de evadirnos de la extrema gravedad de la situación.
Toledo

La expresión de “alta gama”, que, dicho sea de paso, me parece algo ridícula, hasta ahora la había oído referida a los automóviles y poco más. Para uno de los productores de Toledo “alta gama” puede aplicarse a las producciones de televisión, como esta misma serie histórica. Puede que esté en lo cierto si por ello se entiende presupuesto cuantioso, buena ambientación, excelente selección de espacios abiertos, abundante número de extras y figurantes y riqueza de vestuario y atrezzo. Además, claro está, de un reparto de algunas campanillas aunque no del todo afortunado.