
Eso que llamamos amor

El amor consiste en esto:
Que dos soledades se protegen
Se tocan mutuamente
Y se saludan.
Rainer María Rilke
Dicen que el amor es pura química. Claro que si nos ponemos así, también lo es la felicidad, la alegría, la bondad o la fe. Pienso que éste es un sentimiento tan sencillo y tan complejo a la vez, que la tabla periódica resulta del todo inútil para explicarlo. Pero los científicos insisten. Según han documentado los antropólogos en 147 sociedades humanas, el amor romántico empieza “cuando un individuo comienza a mirar a otro como algo especial y único para, después, sufrir una deformación perceptiva por la que agiganta las virtudes e ignora las sombras del otro”. Y hasta va a ser cierto lo que la sabiduría popular ha mantenido durante siglos y es el tópico de que el amor es ciego, ya que también aquí la ciencia asevera que, efectivamente, “las personas enamoradas pierden la capacidad de criticar a sus parejas de las que son incapaces de ver sus defectos” como asegura la neurobiología Mara Dierssen, investigadora del centro de Regulación Genómica de Barcelona. Para Dierssen, el amor es algo simple: “una adicción química entre dos personas en la que se da, en mayor o menor medida, una serie de circunstancias comunes como la atracción física, el apetito sexual y el afecto.
Pero seamos sinceros, lo que a todos y a todas nos interesa de veras de este tema es una única pregunta: ¿es realmente la vida de amor, que implica un compromiso permanente e incondicional con la felicidad del otro, el camino hacia la plena realización humana? Las editoriales inundan el mercado de libros, que además ocupan los primeros puestos en las listas de ventas, que proponen las recetas de moda para llegar a la autorrealización, el placer y la máxima satisfacción. Y no pocos autores oportunistas ofrecen consejos detallados de cómo llegar a ser feliz, cómo vencer a los demás, cómo conseguir el poder… describiendo las virtudes del egoísmo, describiendo la vida como una competición implacable, saturando a generaciones enteras con recetarios sobre sexo y la obtención del propio placer. Parece que se ha relegado al olvido eso que llamamos amor, pareja, familia… como ideas “desfasadas”. Nos han urgido a centrar toda nuestra atención en un nuevo y emocionante YO. Este culto a la llamada auto-realización da por sentado que comprometerse con otro, prometer fidelidad, es renunciar a la propia felicidad e identidad personal, es renunciar a alcanzar los objetivos que nos hemos propuesto. Cuando lo que es cierto es justamente lo contrario: lo mejor de la vida no es posible lograrlo por la fuerza. Esta sociedad que compartimos nos ha llenado de temores. Temor a no conseguir la felicidad, temor a los más próximos, a la insatisfacción, a la pequeñez propia.
Por eso, todo amor es un extraño milagro que cuando llega, siempre de improviso, empuja a respirar de otra manera, nos abre al insólito mundo de compartir la propia vida, nos enternece, nos hace despertar de nuestros letargos, nos enfrenta a la aparente seguridad de nuestros esquemas. El enamorado es un vaso medio lleno que aspira a llenarse del todo. El amor es un juego que nos obliga a jugar a ciegas, abandonados a la fe y a la esperanza. A cambio, amar y ser amado es un privilegio. El verdadero amor no posee nada, no somos de nadie ni nadie es nuestro, logra, sin lugar a dudas, que el amante se abra a las demás personas y a la vida plena. No agobia, no aísla, no rechaza. Sucede que el YO ya no osa declararse independiente porque se sabe incompleto y para lograr su plenitud se entrega sin reservas, se deja, simplemente, seducir por un NOSOTROS.©
Manuela Aguilera
Directora de la revista Crítica

La gramática del amor
¿Cuáles son los diferentes tipos de amor? ¿y su gramática?, ¿qué ocurre cuando se rompe el amor? Hay diversas formas culturales de amar, y ocurre el binomio narcisismo - alteridad en la relación amorosa. Desde ésta y otras muchas perspectivas será tratado el amor en éste monográfico.
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