
Mi colegio, ¿debería decrecer?

Ecoauditoría
“Piensa globalmente y actúa localmente”. Desde hace algunos años se viene escuchando esta máxima que inspira la vida cotidiana de muchas personas. Esta frase trata de reflejar la idea central del presente artículo y pone de manifiesto cómo toda acción humana repercute sobre la salud del planeta y por lo tanto sobre nosotros mismos.
En los países enriquecidos apareció el concepto de desarrollo sostenible que hace referencia al desarrollo que satisface las necesidades presentes sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones. Que el desarrollo de los países enriquecidos tiene que ser sostenible parece una evidencia. Debemos ser conscientes de que si seguimos a este ritmo estaremos comprometiendo el futuro de la humanidad (en el año 2003, debido al crecimiento económico, se superó la capacidad de regeneración del planeta en un 25%). Pero, ¿realmente puede haber un crecimiento sostenible? Da la sensación de que ambas palabras se contradicen. De un tiempo a esta parte, el término sostenible se ha extendido y se está aplicando a diferentes ámbitos de la vida, quizás a demasiados, lo que está haciendo que poco a poco se vacíe de contenido. Lo que parece evidente es que un crecimiento perpetuo es imposible en un planeta que tiene recursos finitos. Por ejemplo, ¿para cuantos años nos queda petróleo? ¿Y uranio?
Son muchas las advertencias que desde diferentes ámbitos y estamentos nos están haciendo llegar para que tanto los gobiernos como la sociedad civil, sobre todo de los países enriquecidos, cambiemos nuestros hábitos y nuestra forma de consumir. Sin embargo, la gran mayoría de la sociedad continúa impermeable a estos mensajes. ¿Por qué? ¿Cuál debe ser el punto de inflexión en el que comencemos a modificar nuestro estilo de vida?
En los países enriquecidos algunas entidades, centros educativos y personas están intentando ser consecuentes con los avisos de alarma y están tratando de dar un paso más y comprometerse con un modo de vida viable para el planeta. Por ello, están procurando poner en práctica un estilo de vida que se basa en el “decrecimiento”, superando el concepto de desarrollo sostenible, término un tanto engañoso que parece que nos facilita el seguir viviendo como lo venimos haciendo sin hacer daño al planeta.
¿Qué es el decrecimiento? Este término, de aparición reciente, se plantea como una llamada de atención sobre el futuro que será mejor si somos capaces de vivir con menos (lo que no significa vivir peor). No obstante, el término decrecimiento no parece que vaya a ser fácilmente aceptado. Latouche (autor francés y uno de los impulsores de este concepto) emplea el siguiente símil para explicar que el decrecimiento no tiene que ser negativo: igual que cuando un río se desborda todos deseamos que decrezca y cese la crecida, que las aguas vuelvan a su cauce, lo mismo ocurre con la insostenibilidad de esta situación.
Educación, estilos de vida y competencias básicas
Se espera que la población mundial aumente un 50% para el año 2050, con lo que el total de población rondará los 9.000 millones de habitantes. Este aumento ejercerá una grandísima presión sobre nuestros recursos naturales y sobre el equilibrio ecológico. Por ello, es muy necesario que cambiemos, que demos un giro de noventa grados a nuestra forma de comportarnos. Pero para que este giro sea eficaz y asumido por todos la intervención educativa es una tarea imprescindible. Lo que parece evidente es que no podemos pretender que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo. Si se consigue modificar la educación se estará facilitando el cambio en el mundo. En este sentido, sería muy importante que los centros escolares en unión con las familias tratasen de transformar el modelo que nos hace creer ciegamente que la felicidad vendrá por la posesión de objetos y bienes de consumo. Consumir y acumular a costa de contaminar, ensuciar, malgastar, despojar, expropiar, desposeer, apoderarse, privar, arrebatar, desmantelar, empobrecer…
Si profesorado, padres y madres nos preguntásemos con respecto a la educación medio ambiental, ¿cómo me gustaría que fuese mi hijo/alumno cuando saliese del colegio? seguramente desearíamos que fuese una persona que supiese identificar, valorar y conservar la diversidad natural, que aprendiese a analizar y modificar sus hábitos de consumo, que supiese medir las consecuencia de poner en práctica determinados tipos de vida, que hiciese un uso racional y responsable de los recursos naturales, que tomase decisiones responsables sobre el mundo físico y la influencia de la actividad humana con especial atención al cuidado del medio ambiente, que interiorizase y pusiese en práctica elementos clave en lo que se refiere a la protección de la propia salud y de la calidad de vida de las personas, etc. Es decir, que tuviese un estilo de vida comprometido con el cuidado y la defensa del medio ambiente. Sin embargo, a día de hoy, ¿este estilo de vida se puede conseguir con la educación que se recibe en los centros educativos? ¿Qué aspectos de la enseñanza deberían cambiar para lograrlo? Quizás, de entre todos, el más significativo podría ser, el que los centros educativos pusiesen en práctica la actual ley de educación (LOE). La LOE propone trabajar el currículo en clave de competencias básicas. Las competencias básicas no son un contenido nuevo, sino una forma de lograr que el conocimiento se use de manera eficaz. De entre las 8 que plantea la ley sobresale la competencia “para el conocimiento e interacción con el medio físico”. Esta competencia pretende que cuando el alumno finalice la enseñanza obligatoria deba haber adquirido la habilidad/capacidad para interactuar con el mundo físico, tanto en sus aspectos naturales como en los generados por la acción humana, de tal modo que posibilite la comprensión de sucesos, la predicción de consecuencias y la actividad dirigida a la mejora y preservación de las condiciones de vida propia, de las demás personas y del resto de los seres vivos. Es decir, la competencia propone un estilo de vida que ayuda a conocer, a conservar y a defender el planeta.
A grandes rasgos las competencias básicas tienen tres niveles de concreción. El primero sería el proyecto educativo de centro (PEC), el segundo la programación de aula y el tercero la unidad didáctica. A continuación, se presentará una unidad didáctica con la intención de facilitar un ejemplo que ayude a concretar lo expuesto anteriormente. La unidad didáctica propondrá realizar una ecoauditoría escolar. La ecoauditoria es un proceso educativo destinado a afianzar comportamientos y compromisos en la comunidad escolar. Es uno de los mejores sistemas para educar en valores ambientales a través de la participación real del alumnado en la detección y solución de los problemas ambientales de su entorno más próximo. ©
Luis Medina
Instituto de Estudios Pedagógicos Somosaguas (IEPS)

Ecología y consumo responsable
El consumo como cultura, el imperio total de la mercancía, movimientos ecologistas en Europa y en España, ¿Para qué sirven las cumbres del medio ambiente?, la deuda ecológica con el planeta, son algunos de los puntos tratados en el monográfico sobre ecología y consumo responsable.
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