
La carta de la Tierra

Una iniciativa ética para desarrollar la sostenibilidad
En el curso de la historia, hay un momento en el que la humanidad está llamada a cambiar a un nuevo nivel de conciencia, a alcanzar un nivel moral más elevado. Un momento en el que debemos abandonar nuestros miedos y darnos esperanza los unos a los otros. Este momento es ahora.
Maathai, W. (2004)
Vivimos en un mundo complejo donde los problemas están interconectados, siendo la mayor parte de las soluciones conocidas causa y efecto de esos mismos problemas.
Como afirma Batalloso (2012)1 vivimos en una crisis del estar y en una crisis del ser. Una crisis del estar en cuanto afecta a nuestros modos de hacer y al modo en que nos relacionamos con la naturaleza y con la sociedad. Y una crisis del ser porque afecta a nuestro estilo de vida, a nuestras formas de pensar y de sentir, a como construimos nuestras identidades personales y a como nos comportamos o nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás.
Cabe preguntarse ¿en dónde está la raíz de esta crisis sistémica2? Algunos autores la sitúan (y así aparece en numerosos medios de comunicación) en la globalización económica y financiera, otros en la “incapacidad política” –¿quién toma las decisiones?–, unos pocos en la destrucción ecológica. Raramente se ha identificado la crisis con nuestra mentalidad, con nuestra forma de ser y de estar en la realidad planetaria.
Urge cambiar de mentalidad
Vivimos en una sociedad marcada por el tener. Somos más si tenemos más (desarrollo) y estaremos mejor si producimos y consumimos más (bienestar). En este sentido hemos identificado mentalmente la palabra desarrollo con la de progreso material y esta, a su vez, con la economía, haciendo del auténtico desarrollo humano (el crecimiento del ser y del estar) un subsistema supeditado y “esclavo” del crecimiento del tener. Y este crecimiento del tener es insostenible, siendo la Tierra un planeta finito en recursos.
Para la mayor parte del imaginario colectivo, países “desarrollados” son aquellos que tienen más PIB per cápita, países “emergentes” los que manifiestan un crecimiento acelerado de la economía y ponemos en último lugar de la cadena del desarrollo a los países con menor renta. Los pueblos “valen” por los que tienen y no por lo que son.
ANEXO: MODELOS DE DESARROLLO, VALORES Y CRISIS SISTÉMICA
Es evidente, que no podremos cambiar nuestras formas de ser y estar en el planeta si no cambiamos nuestra mentalidad y valores. Todas las estructuras sociales, económicas, culturales o políticas que hacen que el mundo de hoy sea insostenible, han nacido y crecido en la mente humana, y es en primer lugar en la mente donde podemos y debemos transformarlas.
La Carta de la Tierra busca soluciones
En este sentido, la Carta de la Tierra3, que presentaremos brevemente en este artículo, aporta una guía inestimable de principios éticos que, aplicados a acciones concretas que modifiquen nuestra mentalidad y estilo de vida, pueden ayudar a cambiar nuestra forma de enfocar los problemas y por lo tanto nuestra forma de buscar soluciones.
Una primera aportación que nos hace la Carta de la Tierra, en la búsqueda de soluciones para los problemas que vivimos, es su propio proceso de elaboración: es el producto de un diálogo intercultural a nivel mundial en torno a diversos objetivos en común y a valores compartidos. La elaboración de la Carta abarcó el mayor proceso de inclusión y participación que se haya efectuado jamás en torno a la creación de una declaración internacional.
El proyecto comenzó como una iniciativa de las Naciones Unidas a partir de la Cumbre de Río 92, pero se desarrolló y finalizó en el año 2000 como una iniciativa de la sociedad civil. Este proceso es precisamente la fuente de su legitimidad como marco ético global.
Una segunda aportación del la iniciativa de la Carta de la Tierra es su carácter sistémico: los autores de la misma indican que cada acción que se desarrolle a partir de ella, debe contemplar la Carta como un todo, sin parcelar su articulado. O, dicho de otra manera, si se trabaja en la práctica un artículo concreto, este debe orientarse en el marco global de valores que se propone. En este sentido para diversos autores4, la Carta constituye el mejor exponente de la búsqueda de los Derechos Humanos de cuarta generación, que se caracteriza por el carácter integrador de los DDHH y la responsabilidad planetaria.
La tercera aportación viene de la mano del propio contenido de la carta:
- En el preámbulo plantea el momento crítico que vivimos, la situación global y los retos venideros. Afirma la condición de la Tierra como Comunidad de Vida y efectúa una primera llamada a la responsabilidad universal, dado que los problemas son globales.
- La primera dimensión que trabaja es la del respeto y cuidado de la comunidad de la vida y lo hace estableciendo cuatro compromisos generales de carácter ético:
1. Respetar la Tierra y la vida en toda su diversidad.
2. Cuidar la comunidad de la vida con entendimiento, compasión y amor.
3. Construir sociedades democráticas que sean justas, participativas, sostenibles y pacíficas.
4. Asegurar que los frutos y la belleza de la Tierra se preserven para las generaciones presentes y futuras.
- La segunda dimensión que propone recoge propuestas para desarrollar la integridad ecológica, propuestas que se traduzcan en acciones para:
1. Proteger y restaurar la integridad de los sistemas ecológicos de la Tierra, con especial preocupación por la diversidad biológica y los procesos naturales que sustentan la vida.
2. Evitar dañar como el mejor método de protección ambiental y cuando el conocimiento sea limitado, proceder con precaución.
3. Adoptar patrones de producción, consumo y reproducción que salvaguarden las capacidades regenerativas de la Tierra, los derechos humanos y el bienestar comunitario.
4. Impulsar el estudio de la sostenibilidad ecológica y promover el intercambio abierto y la extensa aplicación del conocimiento adquirido.
- La tercera dimensión de la carta se dedica a las cuestiones sobre Justicia Social y Económica, que concreta mediante propuestas como:
1. Erradicar la pobreza: imperativo ético, social y ambiental.
2. Asegurar que las actividades e instituciones económicas, a todo nivel, promuevan el desarrollo humano de forma equitativa y sostenible.
3. Afirmar la igualdad y equidad de género como prerrequisitos para el desarrollo sostenible y asegurar el acceso universal a la educación, el cuidado de la salud y la oportunidad económica.
4. Defender el derecho de todos, sin discriminación, a un entorno natural y social que apoye la dignidad humana, la salud física y el bienestar espiritual, con especial atención a los derechos de los pueblos indígenas y las minorías.
- La cuarta dimensión se destina a promover una ciudadanía global y se centra en la democracia, no violencia y paz, proponiendo:
1. Fortalecer las instituciones democráticas en todos los niveles y brindar transparencia y rendimiento de cuentas en la gobernabilidad, participación inclusiva en la toma de decisiones y acceso a la justicia.
2. Integrar en la educación formal y en el aprendizaje a lo largo de la vida, las habilidades, el conocimiento y los valores necesarios para un modo de vida sostenible.
3. Tratar a todos los vivientes con respeto y consideración.
4. Promover una cultura de tolerancia, no violencia y paz.
La Carta concluye haciendo una llamada a cambiar la mentalidad desde un desarrollo del tener a un desarrollo del ser y del estar en el planeta. E invita a participar en este cambio a todas las personas pero también a todos los colectivos afirmando que Las artes, las ciencias, las religiones, las instituciones educativas, los medios de comunicación, las empresas, las organizaciones no gubernamentales y los gobiernos, están llamados a ofrecer un liderazgo creativo. La alianza entre gobiernos, sociedad civil y empresas, es esencial para la gobernabilidad efectiva de cara a un desarrollo sostenible.
Río+20 se ha quedado muy corta
Hace pocos días, hemos celebrado otra Cumbre de la Tierra, la Cumbre5 de Río + 20. Este encuentro internacional, en su declaración final, ha vuelto a plantear la necesidad clara de integrar lo que considera los tres pilares básicos del desarrollo sostenible: el económico, el ecológico y el social.
Sin embargo, esta declaración se ha quedado muy corta en las propuestas de acción, porque no ha tenido en cuenta que la única forma de articular los tres pilares básicos del desarrollo sostenible pasa por poner en el centro la dimensión ética. Una vez más ha primado la mentalidad economicista de la crisis sea primando la economía verde o contraponiendo ésta a la lucha contra la pobreza. Esto supone permanecer en el círculo vicioso de la insostenibilidad que establece que todos los sistemas, incluido el ser humano, dependen del sistema económico y están supeditados a él. Para paliar la economía debemos ser ecológicos y para prevenir la violencia estructural generada por la pobreza debemos ser solidarios.
Esta mentalidad del tener es la que se combate desde el círculo virtuoso que propone la Carta de la Tierra: La dignidad del ser humano se fundamenta en su responsabilidad ética, que lo hace consciente de su pertenencia a la Tierra como comunidad de vida, esta comunidad de vida sólo es viable mediante la preservación del equilibrio ecológico que es el que permite los recursos necesarios para cubrir las necesidades del presente sin sobrecargar la Tierra y que sólo desde el ser de cada persona y de cada colectivo humano se puede cambiar una mentalidad que pone en causa nuestra capacidad de ser y de estar. ©
NOTAS
1. Batalloso, J.M. (2012): “La actual crisis del ser no preludia necesariamente una catástrofe”. Revista Electrónica Tendencias 21. En: http://www.tendencias21.net/La-actual-crisis-del-ser-no-preludia-necesariamente-una-catastrofe_a10885.html
2. Cf. Morillas, M.D (2012): “Modelos de desarrollo, valores y crisis sistémica” En: Profundizar las competencias básicas a través de proyectos de estilos de vida y consumo responsable. Curso en línea. Mapa mental en imagen anexa.
3. Para conocer a fondo la Carta de la Tierra y todo el proceso de la iniciativa es importante consultar: http://www.earthcharterinaction.org/contenido/
4. Cf. Llopis, C. –coord– (2003): Recursos para una Educación Global. ¿Es posible otro mundo? Ed. Narcea-Intered. Madrid
5. Celebrada en Río de Janeiro (Brasil) del 20-22 de Junio de 2012. La declaración final se puede consultar en: http://daccess-<br< a=""> />dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/N12/381/67/PDF/N1238167.pdf?OpenElement
Mª Dolores Morillas
Directora del Instituto de Estudios Pedagógicos Somosaguas (IEPS)

Ecología y consumo responsable
El consumo como cultura, el imperio total de la mercancía, movimientos ecologistas en Europa y en España, ¿Para qué sirven las cumbres del medio ambiente?, la deuda ecológica con el planeta, son algunos de los puntos tratados en el monográfico sobre ecología y consumo responsable.
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