La contaminación de suelos y los alimentos

Poco sabemos del impacto de muchas sustancias químicas artificiales en nuestro suelo. Existen más de 100.000 diferentes, y aunque muchas se han prohibido por peligrosas, sabemos que ya se encuentran en suelos a los que han llegado, la mayoría de las veces, por vertidos no controlados.
En la actualidad, se sabe que el uso de pesticidas en la agricultura es una práctica habitual y a menudo beneficiosa, pues permite aumentar la productividad de los cultivos. Sin embargo, también se sabe que estas sustancias ocasionan generalmente problemas de salud ambiental y humana. Bastaría mencionar los casos de algunos tipos de cáncer que son conocidos por estar ligados precisamente al uso (y abuso) de ciertos pesticidas.
El impacto de los suelos contaminados
Pueden ser elementos contaminantes los fertilizantes inorgánicos (fosfatos y nitratos esencialmente), puesto que tanto su exceso, como algunos compuestos de baja calidad (por tanto, más baratos) pueden ser causantes de contaminación de suelos. El principal impacto de esta contaminación va parejo a la denominada “eutrofización” de las aguas; es decir, de incidir en mayores cantidades de estos nutrientes básicos, en los medios de vida acuática y que resultan perjudiciales para los seres vivos de esos ecosistemas. Otra problemática ambiental bastante conocida.
Energía 3.0, un modelo de energía sostenible para todos

En el año internacional de la energía sostenible para todos, se plantea cómo conciliar las necesidades de energía de una población creciente con los límites de sostenibilidad físicos del planeta, algo que puede parecer tan difícil como lograr la cuadratura del círculo. Energía sostenible sería aquella que permita satisfacer esas necesidades sin poner en riesgo la capacidad del resto de seres vivos y de las generaciones venideras de satisfacer las suyas.
No podremos contar con las fuentes de energía de las que se nutre mayoritariamente la humanidad en la actualidad, los combustibles fósiles, ya que con solo quemar una cuarta parte de las reservas conocidas se produciría un cambio climático al que la mayoría de las especies, y entre ellas miles de millones de seres humanos, no podrían adaptarse. Tampoco podríamos contar con la energía nuclear, no solo porque su capacidad real de proporcionar energía es muy limitada y por el prohibitivo coste de pretender su desarrollo a gran escala, sino sobre todo por la magnitud de los peligros que conlleva, tanto a corto (accidentes, proliferación de armamento...) como a largo plazo (residuos de muy larga duración).
Leer más:Energía 3.0, un modelo de energía sostenible para todos
Iglesia y religión en las constituciones españolas

La relación de la Iglesia con el poder político, con el Estado, siempre ha sido difícil y, a menudo, conflictiva. Primero fue perseguida, después apoyada y protegida, a menudo se confundieron y, finalmente se separaron, pero tanto la confesionalidad como la aconfesionalidad han sufrido sus enfrentamientos y malentendidos. A la Iglesia le ha gustado siempre imponer sus preceptos, convencida de poseer la verdad, pero a una sociedad adulta hay que convencerla antes de dirigirla.
La época contemporánea, que nace con la revolución francesa, plantea situaciones inéditas hasta entonces en el campo de las relaciones Iglesia-Estado. La institución eclesiástica, tras quince siglos de inequívoco predominio, encuentra dificultades en su ubicación y en su actuación. El nuevo Estado ha confiscado sus bienes, la ha desposeído de la enseñanza, la ha marginado y ninguneado. No ha resultado fácil convivir con un laicismo militante ni con un anticlericalismo desmadrado, pero hay que reconocer, también, que a la Iglesia le ha costado ubicarse en una sociedad muy secularizada, plural, autónoma y descreída, en la que se desestiman y descuidan los valores religiosos.
La historia de las constituciones españolas nos presenta con suficiente claridad la evolución histórica de los dos últimos siglos, los diferentes puntos de vista y las contradicciones, fobias e intolerancias existentes en la sociedad española, los intentos para lograr una convivencia pacífica o para imponer por la fuerza una determinada concepción.
La carta de la Tierra

Una iniciativa ética para desarrollar la sostenibilidad
En el curso de la historia, hay un momento en el que la humanidad está llamada a cambiar a un nuevo nivel de conciencia, a alcanzar un nivel moral más elevado. Un momento en el que debemos abandonar nuestros miedos y darnos esperanza los unos a los otros. Este momento es ahora.
Maathai, W. (2004)
Vivimos en un mundo complejo donde los problemas están interconectados, siendo la mayor parte de las soluciones conocidas causa y efecto de esos mismos problemas.
Como afirma Batalloso (2012)1 vivimos en una crisis del estar y en una crisis del ser. Una crisis del estar en cuanto afecta a nuestros modos de hacer y al modo en que nos relacionamos con la naturaleza y con la sociedad. Y una crisis del ser porque afecta a nuestro estilo de vida, a nuestras formas de pensar y de sentir, a como construimos nuestras identidades personales y a como nos comportamos o nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás.
Mujeres en el deporte, iconos invisibles

El deporte femenino español está plagado de figuras en las diferentes modalidades deportivas, tanto a nivel nacional como fuera de nuestras fronteras. Por desgracia, la escasa cobertura que reciben nos impide identificarlas y relacionar de forma inmediata una mujer con un deporte concreto, salvo contadas excepciones.
Para explicar dichas excepciones debemos recordar una situación que marcó la evolución de la mujer española en el deporte. Durante los años de posguerra y hasta bien avanzados los años 60, la presencia femenina fue escasa y dependiente de las actividades promovidas por estamentos políticos como la Sección Femenina, actividades que debían adecuarse al papel asignado a la mujer, el de madre y esposa. El atletismo femenino fue simplemente prohibido hasta 1960 porque “hacía que las mujeres parecieran hombres”. El fútbol era un divertimento en los días de fiestas patronales con partidos amistosos entre equipos de “señoritas”, nombre utilizado también para referirse a las tenistas, deporte arraigado entre la alta sociedad. Sin embargo, deportes como el baloncesto o el hockey eran practicados en las escuelas, no sin severas normativas que obligaban al uso de pantalones bombachos o faldas, haciendo prevalecer siempre la estética sobre el rendimiento.